El buen artista se detiene lentamente
a observar el trozo de arcilla que tiene
delante. No tiene prisa, ha visto algo más
que un pedazo de barro, tras esa forma amorfa,
Aprecia ... una futura figura, que se
imagina sólo en su mente, siente que hay
un gran potencial con ese material, quizás
una figura que liberar y convertirla
en una realidad... pero necesita moldearla, pulirse, recortar
algunos trozos y esquinas, pintarlo quizás, de otro color más vivo.
Entonces... la obra que ha nacido se revela contra el autor
ha adquirido vida propia, independiente, circula sin mando
automáticamente supera al artista, es más fuerte, perdura en el
tiempo y al propio creador, le absorve, le niega y se reinventa
a sí misma.